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Recuperamos el antiguo REVIESTÍN del IES Concejo de Tineo después de varios años de descanso, pero esta vez con un proyecto diferente. ¡Ahora todo el alumnado puede ser reporter@ por un día y contribuir a esta revista audiovisual colaborativa!

jueves, 3 de abril de 2014

"Memorias de guerra", de Óscar Braña: relato ganador del concurso literario del curso pasado




Noto el sabor de la sangre en la boca. Agazapado tras un montículo de tierra fresca, recién amontonada, cojo mi arma y la aprieto con fuerza contra el pecho. Observo a mi alrededor, en busca de mis compañeros, todos soldados como yo, todos valientes, todos nobles, todos…muertos. Oigo el silbar de las balas a mi alrededor, los disparos de las fuerzas norcoreanas y chinas que nos buscan y el olor ácido de las bombas de humo. Lentamente, me incorporo y echo un vistazo al frente. Lo que veo me deja sin aliento…

En la lejanía, detrás de las filas enemigas observo no menos de cuatrocientos soldados norcoreanos que marchan hacia el este, precedidos por numerosos tanques chinos, camiones de suministro y cañones para uso de infantería ligera. Un arsenal que no esperábamos encontrar cuando desembarcamos en este maldito país… Ahora estoy solo, todos mis compañeros están muertos, mi sistema de radio está estropeado, y no quiero esperar a que caiga la noche por miedo a que soldados enemigos suelten a los perros. Nada puedo intentar yo contra semejante grupo militar. ¿Qué diablos puedo hacer?

Me levanto. Hace ya dos horas del ataque que acabó con mis compañeros, y los norcoreanos que nos atacaron, confiando quizás en que habrían acabado con todos nosotros, se retiran y marchan rápidamente hacia el este, en pos de sus compañeros. Rápidamente rebusco en mi mochila una brújula. Cuando al fin la encuentro, me oriento. Debo llegar a la costa, donde sé que está el Portaaviones de la Armada Española Juan Carlos I, y donde el ejército Coreano no se acercará. Camino con paso firme, atento a todo lo que me rodea, con mi fusil apretado contra el pecho y con un dedo puesto siempre en el gatillo. Aprovecho este extraño momento de calma para pensar cómo y por qué hemos llegado hasta aquí…

Todo comenzó hace aproximadamente siete meses. King Jong-un, líder supremo de Corea del Norte amenazó a Corea del Sur y a EEUU con un ataque usando armamento nuclear, además de cortar la mayoría de las líneas de comunicación con el extranjero. Lo cierto es que nadie sabe quién disparó antes, solo que la guerra estalló, y que el choque de fuerzas fue brutal. Palmo a palmo Corea del Sur se imponía sobre el norte, hasta conseguir el control de casi toda la península. Cuando todo el mundo daba por hecho que la guerra había acabado, China atacó a las fuerzas surcoreanas, defendiéndose de una supuesta e inexistente intención de invadir sus fronteras en un futuro próximo. En solo dos noches tropas chinas hicieron retroceder cientos de Kilómetros a los soldados del sur. Estados Unidos se posicionó a favor del Sur, China e Irán a favor del norte, Europa en conjunto con la OTAN a favor del sur, Rusia decidió ser neutral… La III Guerra mundial acababa de estallar y se lucharía en suelo coreano.

 En principio España se declaró incapaz de participar en el conflicto, debido a su sumamente precaria situación económica. Todo cambió cuando un misil  que se dirigía a Estados Unidos  impactó en una pequeña localidad sureña, matando a más de doscientos civiles, hombres, mujeres y niños completamente inocentes y ajenos a tal conflicto. La reacción española fue un inmediato envío de tropas, aviones y buques de la armada. Una coalición de cinco fragatas antiaéreas F100, destructores, cazaminas, submarinos… y toda la flota de buques anfibios y portaaviones. Se aportaron además cazabombarderos Eurofighter que operan desde las bases en tierra japonesas. Un despliegue armamentístico que ningún país, con la excepción tal vez de Estados Unidos, pudo superar. La muestra de un país que clama venganza…

En cuanto desembarcamos en Corea nos dimos cuenta de nuestro fatal error. En la precipitación de nuestros propósitos, apenas habíamos planificado correctamente las acciones de guerra. Desembarcamos eufóricos, deseosos de demostrar nuestra valía, corriendo incansables decenas de kilómetros, disparando insistentemente cada vez que el enemigo hacía acto de presencia.  Ilusos nosotros…

Caímos en una emboscada, hace apenas unas horas de ello. Una lágrima se desliza lentamente por mi cara manchada de barro y pintura verde militar. No lo soporto. Simplemente no puede ser verdad. Recuerdo con plena claridad todo. Nuestro pelotón, compuesto por veinte hombres, salió de un valle a la carrera, persiguiendo al que creíamos un debilitado enemigo. Nada más lejos de la realidad. Yo corría a la retaguardia cuando vi como tres compañeros caían al suelo desplomados. Otros cinco levantaron las armas buscando la procedencia de los disparos. Cayeron muertos antes de poder siquiera acercar el dedo al gatillo. Yo me resguardé a la derecha del camino, tras un enorme montículo de tierra. En la carrera tropecé con un cuerpo inmóvil y caí de cara contra el suelo. Un dolor inmenso atravesó mi mandíbula. Note la boca como si masticase arena. Con un gesto de asco escupí un par de dientes rotos y me concentré en mirar a mi alrededor. Todos mis compañeros yacen muertos en el suelo, en posturas extrañas e inverosímiles, como víctimas de un baile completamente macabro. 


Noto el sabor de la sangre en la boca.


DOS MESES DESPUÉS …


Sentado en la terraza de mi casa contemplo los árboles, mecidos por una leve brisa. Observo la caída del sol tras los montes, esperando ver el famoso rayo verde que Julio Verne aseguraba que existía. En mi mano izquierda reposa una foto de veinte jóvenes militares, en mi mano derecha una copa de whisky. Suspiro. Nada de nada.  Ni olvido, ni olvidaré nunca, quizá mi condena sea precisamente esa. Acordarme de los muertos mientras siga con vida. Es por eso señores, que yo fui la mayor víctima de esta guerra. 

Primer premio  categoría absoluta del II Concurso literario IES Concejo de Tineo (2013)

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